Con oro en sus manos él llama la atención por ese brillo que emanan tantos objetos en su poder. Todos se deslumbran al verlo regodearse entre todos esos destellos y cegarse ante ellos.
Él no mira para adelante tampoco mira hacia atrás, solo mira fijamente sus manos doradas sin levantar la mirada, sin importarle a quien pisó o a quien va a pisar.
El espejo no es un objeto que frecuenta ver, capaz, esta horrorizado al saber que cada vez que se para al frente de uno, refleja el ser vacío que es.
2 comentarios:
Me gusto. Saludos
Qué buen texto, me lo pude imaginar. Un beso!
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